Trabajamos los hábitos en todo momento. Aprendemos a comer solos, a lavarnos las manos, ir solos a hacer pipí, dormir solos, decir hola y adiós a los compañeros y adultos, a dar las gracias... Todo esto nos aporta seguridad y autonomía.
Conocemos nuestro cuerpo. Nos miramos unos a otros y nos vemos en el espejo. Siempre estamos explorando y esforzándonos para poder hacer más cosas cada día. Así formaremos nuestra imagen y sabremos cómo somos y cómo son los demás.
Exploramos el entorno. Lo tocamos todo, lo manipulamos todo y lo sentimos todo. Todo lo que tenemos alrededor es nuevo y lo conocemos así.
Experimentamos nuevas sensaciones que nos harán aprender las características de lo que nos rodea.
Hacemos lenguaje. La maestra nos cuenta cuentos, nos explica qué hacemos y cómo lo hacemos, nos dice el nombre de las cosas que hay cerca de nosotros.
Hacemos psicomotricidad. Nos arrastramos, gateamos y nos ponemos de pie para llegar donde queremos, caminamos por todas partes y corremos por el patio, subimos y bajamos escaleras... nos lo pasamos muy bien y además desarrollamos nuestro cuerpo.
Hacemos plástica Cuando miramos las imágenes, cuentos y objetos que hay en la clase y que la maestra nos pone muy cerca, cuando jugamos con las pinturas y otros materiales, percibimos cuál es la imagen y la textura de las cosas.
Hacemos experimentación con diferentes materiales (chocolate, gelatina, harina...), con luces (de colores, linternas, sombras...), diferentes ropas, papeles, frutas... y experimentamos contrastes oscuro-claro, dulce-ácido, frío-caliente...
Hacemos matemáticas jugando a meter y sacar cosas de las cajas, las esparcimos por el suelo, tocamos los objetos y percibimos las características, encajamos y enroscamos piezas...
Y para ordenar los juguetes, la maestra nos enseña como debemos hacerlo ordenadamente. Aprendemos las formas, colores, hacemos series y contamos números.
Hacemos música. Escuchamos canciones y piezas clásicas que la maestra pone, nos canta canciones de cuna cuando vamos a dormir, y a veces nos sentamos a su regazo y nos canta suavemente. Tiramos las cosas al suelo y así sabemos si hacen ruido o no, si nos gusta o no. Diferenciamos distintos sonidos, aprendemos canciones y conocemos instrumentos... Todo esto hace que empecemos a amar la música.
Todo lo que trabajamos en el Xiulet lo hacemos de forma lúdica y divertida, y aprendemos muchas cosas que nos hacen crecer. |
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